Normalmente asociamos la cultura ágil con procesos empresariales ligados a tecnología y a empresas de software. Pero la cultura ágil es inherente a una metodología que puede aplicarse a distintos negocios, más allá de las empresas tecnológicas que originaron esta idea. De hecho, la implantación de proyectos ágiles en todo tipo de empresas está influyendo en muchos aspectos culturales, que afectan a nuestra actividad personal.

A diario nos vemos inmersos en situaciones basadas en los preceptos de la agilidad. Sin embargo no somos conscientes. Sin la influencia “Lean” y “Agile” no habríamos sido capaces de adaptarnos a la revolución tecnológica de las últimas tres décadas.

En este post vamos a analizar de forma breve, de qué manera la cultura ágil está presente en nuestro día a día, y cómo somos capaces de aplicar sus principios a nuestra vida cotidiana.

 

Los principios de la cultura ágil más allá de la empresa

Como sabemos, los preceptos de la agilidad han sido probados en todo tipo de negocios con éxito. Lo que queremos demostrar en esta ocasión es cómo la cultura ágil ha llegado a nuestras rutinas personales. Vamos a hacerlo a partir de estos 6 principios básicos de una mentalidad ágil.

  • La agilidad es adaptación continua. Vivimos en un mundo de cambios permanentes. Las situaciones desconocidas eran evitadas en lo posible, a lo que se tendía era a establecer zonas de confort, para amurallar nuestra rutina. En la actualidad se está dispuesto a afrontar retos, vivir experiencias y abandonar las situaciones que nos son familiares. A cambio podremos desarrollar todo nuestro potencial, mediante una continua adaptación.
  • La agilidad es comunicación. Internet, especialmente las redes sociales, han propuesto un nuevo escenario comunicativo. Su principal característica es la inmediatez. Más allá de procesos empresariales, estas herramientas se han instalado en nuestro día a día, permitiéndonos una comunicación que traspasa fronteras, y que nos puede llevar hasta donde deseemos.
  • La agilidad es funcionalidad. La sociedad en su conjunto tiende, cada vez más, hacia lo funcional, aquello que cumple una tarea de manera satisfactoria siempre que se necesita. No solo hablamos de productos de mercado. Esta tendencia también se nota en comportamientos sociales. Cuando sentimos una necesidad, buscamos a aquellas personas, servicios o productos, que van a ser capaces de satisfacernos inmediatamente y de manera eficaz.
  • La agilidad es motivación. Gracias a la metodología ágil hemos comprendido la importancia de la motivación, del trabajo auto-gestionado. Comenzando por el individuo y su motivación, conseguimos que las tareas en grupo sean satisfactorias, independientemente de si se llevan a cabo en un entorno profesional o personal.
  • La agilidad es diseño. Sí, pero diseño útil. La forma debe cumplir una función, formar parte de la solución que se ofrece, además de cumplir criterios puramente estéticos. En este caso el mejor ejemplo sí que viene del sector empresarial, donde son muchas las empresas que se basan en el diseño para diferenciar sus productos y solucionar necesidades.
  • La agilidad son procesos simplificados. Cada vez son más las personas que optan por seguir procesos sencillos. Procesos basados en desechar lo accesorio y que ralentiza sus proyectos. En definitiva, todo aquello que no aporta un valor añadido a sus vidas.

Estos 6 principios son solo una pequeña muestra de la influencia que está teniendo la cultura ágil en nuestro día a día.

 

La agilidad como transformadora social e internet

Sin embargo, ¿cómo es posible que esta influencia se haya producido tan rápido, y en tantos lugares a la vez? La respuesta es clara: internet.

La cultura ágil se propaga en empresas de desarrollo de software de principios de siglo. Por tanto, ya desde su origen aparece ligada al entorno tecnológico.

Internet no ha sido más que el reflejo de los métodos de trabajo y buenas prácticas de las personas que han desarrollado la idea de la comunicación global. Por ello, sus metodologías han impregnado la red desde su nacimiento hasta la actualidad.

Finalmente, internet como método comunicativo global, se ha instalado como una rutina en el entorno laboral y personal. El resultado es que la metodología ágil, presente en el funcionamiento de la red, ha servido de modelo para aspectos tradicionales de nuestro día a día.

Nadie podía imaginar que el sector automovilístico pudiera operar con un método (Lean) que serviría de base para un modelo evolucionado (Agile) de aplicación en el desarrollo de software. Y mucho menos, que esa misma metodología fuera llevada con eficacia a aspectos de nuestra vida diaria. Sin embargo, la forma de trabajar de las empresas tecnológicas, y la entrada de internet a nuestras vidas, han servido para que la agilidad forme parte de nuestro entorno personal, sin que ni siquiera, identifiquemos nuestros comportamientos con el concepto “ágil”.

 

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